martes, 20 de julio de 2010

Monos


Me desperté y salté de la cama. En sólo un segundo pasé del olor a jabón de Marsella de las sábanas al tacto frío del subfusil con el que maté a uno de los monos que desde hace semanas amenazan la seguridad de la región. Estaba espiandome desde la ventana, tramando algo, pero una ráfaga de disparos lo dejó tirado en el jardín, destrozado, manchando con cristales y sangre roja las rosas blancas que mis antepasados plantaron. No puedo permitir que me esclavicen, no quiero trabajar en las plantaciones de plátanos con las que están infectando nuestros campos. Buscan empleados baratos para saciar su apetito insaciable: que si ventajas a la hora de viajar a Canarias, que si sólo diez horas de trabajo al día. Conmigo que no cuenten.

Ahora estoy desayunando. Copos de avena y líquido de soja. Veo los anuncios de la tele para desviar la atención del sabor nauseabundo y evitar las arcadas. Pienso en qué haré con el cuerpo del primate, porque llamar al servicio veterinario de recogida resulta caro y molesto. No quiero pedir una nueva hipoteca para pagar las tasas, voy a optar por quemarlo y meter las cenizas en un jarrón.

Los copos no están tan malos, y me ayudan a empezar el día con energía en la fábrica. En la tele, una mujer en biquini informa de un atentado contra un mono en la costa Norte. Al parecer estaba comiendo pipas colgado de un árbol cuando alguien le dio con un palo en la cabeza. Amateurs. Sonrío y me pongo el traje antisolar para salir a la calle.

domingo, 18 de julio de 2010

The Raveonettes en una carballeira


Estoy recién levantado y son las cinco y media de la tarde. Tengo los pies destrozados y no por haber estado corriendo una maratón, sino disfrutando durante dos noches del Cultura Quente de Caldas de Reis, en Pontevedra. Lo he compaginado con un fin de semana de guardia en el que me han llamado dos veces, y he aprendido que se puede hacer una crónica de radio sobre una mujer que se cayó de un edificio al tratar de escapar de su piso bajando por el cableado eléctrico sólo unas horas después de haber estado con la piel de gallina admirando la puesta en escena de The Raveonettes. En una carballeira, al lado del río, entre humo y luces rojas y verdes.

Empiezo por los daneses porque para mí han sido lo mejor. Es muy difícil explicar con palabras lo que transmiten en el escenario porque va mucho más allá de lo musical. No basta con decir que tocaron tal o cual tema (el mejor "Atack of the Gost Ridders"), ni que los toques electrónicos de su último disco "In and Out of Control" no existen en directo. Antes de salir al escenario ya abruman con un muro de sonido que te atrapa y te deja boquiabierto. Las voces se disuelven en él y uno no puede más que dejarse llevar por una elegantísima puesta en escena. Nunca el rock fue tan bonito, y hablo de elegancia de verdad, no de la de bolsos de 3 mil euros. Su amor por el cine se nota, y qué guapa Sharin Foo.

No lo tenían fácil The Ravonettes porque antes habían estado en el escenario Kitty, Daisy and Lewis, una banda inglesa muy joven que ofrece rockabilly del de siempre, pero interpretado con tal maestría que uno no puede más que sonreir y dejarse llevar. Son hermanos y se intercambian los instrumentos: órgano, batería, guitarra, banjo y harmónica. Ayuda mucho su estética 50´s y el hecho de que toquen acompañados por su padre a la guitarra y por su madre al contrabajo. Un señor, que no sé si sería el abuelo, puso la guinda al pastel con los arreglos de trompeta. Para mí fueron la sorpresa del festival porque ni siquiera había oído hablar de ellos. Hay vida más allá del botellón y la playstation. Verlos da ganas de tener hijos.

De Tricky creo que está casi todo dicho. Ya no canta de espaldas, y 20 años después de la explosión trip hop él apuesta por el rock duro. Su versión del "Ace of Spades" de Motorhead lo delata. Disfruta del escenario e invita al público a subir a él, aunque después los seguratas bajen a los jóvenes emocionados a empujones. No quiero ser demasiado crítico porque su primer disco "Maxinquaye" está entre lo que a mi juicio es de lo mejor que se ha hecho en la música moderna, y porque Tricky es simpático. Aún así, por Dios!, que se meta el calzoncillo por dentro del pantalón. A veces parece que se quiera convertir en una especie de Boney M del lado oscuro de la Luna. "You are incredible" decía al público mientras se golpeaba el pecho musculado con el micrófono.
Hola a Todo el Mundo tocan bien y son simpáticos, pero les falta personalidad, Ocean Colour Scene aburren a todo aquel que no sea muy fan (da la impresión que hacen música para que tarareen los profesores de inglés), y The Sonics dejan al respetable boquiabierto porque 50 años después siguen con la misma fuerza que a principios de los 60. Qué batería tan bueno.





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