martes, 22 de diciembre de 2009

Deseandito de cambiar de año


Cela decía que "...la mañana, esa mañana eternamente repetida juega un poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad...." y yo lo suscribo, pero no sólo para la primera parte del día, en la que creemos que todo puede ocurrir de repente, sino también para el cambio de año.

2010 puede ser el del amor salvaje, de los viajes excitantes a destinos exóticos y del éxito profesional. También puede seguir siendo el de las noches frente al televisor, la pornografía en internet y las visitas esporádicas a casa de mamá, con su impertinente insistencia para que te abrigues más y te cortes el pelo.

La suerte está echada, y nada podemos hacer para cambiarla. Si en el primer párrafo cité a nuestro Nobel de Literatura, en este traigo a colación a Astrud, ese conjunto de pop contemporáneo, que sin despeinarse dice que "todo da lo mismo, nada depende de ninguna decisión" y anima a "cambiar el reloj de mano" o a "mojar el codo en tinta azul cobalto" para recordarlo. Es importante no olvidar esa recomendación, pero también debe saber, querido lector, que es propio de la condición humana tropezar con la misma piedra una y otra vez sin percatarse de que las cosas vienen sólas.

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