jueves, 16 de septiembre de 2010

Recuerdos


Con el paso del tiempo uno se va haciendo cada vez más raro: llena el escritorio del ordenador de carpetas con relatos inacabados, intenta disfrutar del cine de Bergman y alarga poco a poco el tiempo de siesta.
Este mediodía he dormido con el rabillo del ojo pendiente de la carrera de triatlón que repitió en la sobremesa Teledeporte, con la voz del televisor apagada y el spotify (para mí es el invento más útil de esta década) a todo volumen con música de Le Mans. Resulta conmovedor ver a Javier Gómez Noya intentando adelantar a Alistair Brownlee mientras Jone Gabarain recita "sana y salva en Orlando, aquí se pasa estupendamente".

Más que en el resultado de la carrera, que ya conocía, me he fijado en el escenario: Budapest, una ciudad que visité hace un par de años y de la que apenas recordaba algunos detalles como el edificio del Parlamento y los Puentes sobre el Danuvio. Mi memoria es muy selectiva; recuerdo haber viajado en un metro de color verde, y también el aire frío golpeándome la cara después de visitar uno de los edificios de los que destaca la Loney Planet. Recuerdo también a una chica que hacía comentarios jocosos sobre el gobierno húngaro mientras nos explicaba detalles de la cámara legislativa.
Corría el mes de marzo y uno después de bañarse en las termas tenía que secarse el pelo si no quería acatarrarse. Me compré una gorra en HyM que aun conservo y también un imán para la nevera con la bandera húngara que sigue saludándome mientras desayuno. No sé si volveré alguna vez a Budapest, pero a partir de ahora mis recuerdos se entrelazan con la retransmisión televisiva de la carrera de Gómez Noya.




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