lunes, 11 de enero de 2010

Una visión amable del "Caín" de Saramago


José Saramago ha revisitado el antiguo testamento en "Caín", su última novela editada en España por Alfagura. Haciendo gala del estilo mordaz que tanto éxito le está proporcionando, el escritor portugués pone a desfilar por los caminos polvorientos de la época al hermano y asesino de Abel, reflexionando y aireando- como un pepito grillo antediluviano-, las contradicciones de un dios incipiente, cruel, caprichoso y poco reflexivo. Un dios novato.

Hablamos de una novela de lectura ágil, muy corta, de leer en la peluquería mientras le retocan las mechas al cliente anterior, en la que Saramago utiliza las reglas de puntuación a su antojo, y en la que el narrador, en tercera persona, entra en el cerebro de Caín para transmitirnos todo en lo que anida en él.

En su presentación pública en España, el pasado otoño, el Nobel luso afirmaba haber elaborado una narración literal del "horror" que transmite la Biblia, y se defendió así de los que lo acusaron de no saber mirar más allá. Es evidente que Saramago sabe perfectamente cuales son las metáforas que esconden episodios como el de la Torre de Babel, los adoradores del Carnero de Oro, o la destrucción de Sodoma y Gomorra, pero eso les corresponde a otros difundirlo. Lo suyo es literatura, no fisolofía.

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